lunes, 13 de abril de 2009

Entre ronquidos


Aprovecho este fin de semana largo para contarles algo, realmente poca gente conoce de estas cosas, a no ser algunos de los que compartimos los años en Moscú. Remontémonos al año 1990. Nos encontrábamos estudiando en el Instituto Enérgetico de Moscú, tremendo instituto, creo que el lugar donde más cubanos habia en aquella época, cerca de 300 si mal no recuerdo entre todas las facultades. La nuestra era la de estaciones eléctricas y en el primer año éramos 9 en total, 8 varones y una hembra, que por cierto decía mas malas palabras que los 8 varones juntos. Nos repartimos en 3 cuartos y por supuesto que yo y Wilfredo, un socio de Santa Clara, más conocido por El Pillo (nunca hizo gala de su apodo) elegimos quedarnos con la hembra, no por el interés sexual, que va, tendrian que verla, sino porque con el tiempo a ella le buscarian otro cuarto y nosotros quedariamos solos. Que inteligencia la nuestra. La vida nos dio la razón y sucedió que un dia la chica se mudó a un cuarto con otra muchacha y nos quedamos los ¨pillos¨ solos en un cuarto de 6 m x 4 m. Eramos la envidia de los demás. Como pueden imaginar nuestro cuarto a pesar de ser el más amplio era el más regado. Yo confiaba que mi compañero de cuarto se ocupara de la organización y al parecer él pensaba lo mismo pues nos fuimos de la URSS en el 1991 y el cuarto siempre fue el mismo. Nada que un dia Mayelin Delgado fue de visita a verme y lo bautizó (creo que nunca hubo mejor semejanza) como La cueva. Cuando apagabas la luz se podían encontrar todo tipo de insectos, desde hormigas nocturnas, cucarachas de todos los niveles de enseñanza, grillos, etc. Pero lo que más llamaba la atención a los valientes que se atrevian a visitar La cueva eran cerca de 20 botellas de refresco debajo de la mesa, que un dia tuvieron refresco, pero que en ese momento lo que tenian era... MIAO. Ahora nos pueden criticar por eso pero me gustaria ver a alguien a las 3 de la mañana salir de un cuarto calentico por un pasillo con menos y pico de grados pues las ventanas no tenian cristal, para ir a orinar a un baño que estaba tan sucio como la cueva. Pues nada, asi fue bautizado nuestro cubil, y estuvimos solos por unos meses hasta que..... Nos trajeron a un compañero de cuarto. Nada más y nada menos que un amigo ANGOLANO.

Tengo que reconocer que el socio tenia buen corazón pues para las cosas que le hicimos era para haber roto relaciones diplomáticas, pero hoy les cuento solo una. Resulta que mi socio Pillo es el tipo que más ronca en el mundo y el que no lo crea que apueste. Además que lo hace en varios idiomas y en cualquier posición. Otra curiosidad, es la única persona que he visto dormir con las rodillas levantadas toda la noche, pero aún más, no conozco a nadie más que haya dormido con una pierna pegada a la calefacción sin sentir nada hasta el otro dia que se levantó y se notó la quemadura. Esto no es chiste y creo que Romelito puede acordarse. Hay otras curiosidades de este socio pero se las cuento otro dia. Nada, que con el tiempo me fui acostumbrando a sus ronquidos y los llegué a reconocer incluso entre varias personas. Pues volviendo al nuevo inquilino, el angolano ubicó su cama de tal forma que su cabecera quedaba justo a mis pies y por mi parte mi cabecera quedaba con la cabecera del Pillo. Hacíamos una U perfecta. Todo ocurrió la primera noche. Resulta que estábamos todos durmiendo. Yo dormia de frente a la pared pues asi aprovechaba el calor de la calefacción y de repente comienza un ronquido, fuerte y alto que me despertó. Era un sonido nuevo, no lo reconocía, definitivamente no era el Pillo por lo que por descartes era el angolano. Sin pensarlo mucho me dediqué a despertar al nuevo compañero y sin pensarlo mucho le soné 3 o 4 patadas a su cabecera que me quedaba a mis pies y a mi espaldas. Que sorpresa la mia, normalmente eso funciona pues con esas patadas el que ronca se despierta, se vira y por lo menos demora en volver a roncar y me da chance a dormirme de nuevo. Pero esta vez no funcionó. Me dije, prueba de nuevo que el tipo debe estar cansado del viaje y no se despierta. Le solté otra ráfaga de otras 4 patadas y sin mucho resultado. El socio parecía una locomotora, mientras más le pateaba la cabecera al prieto más grandes eran los ronquidos. Asi estuve repitiendo la operación como 4 veces hasta que al ver que no funcionaba me decidí a virarme y buscar una nueva forma de despertarlo.

Cual fue la sorpresa que me llevé cuando al virarme y mirar hacia la cama del angolano, veo a través de la poca luz que entraba por la ventana la figura de aquel ejemplar de la raza oscura, al cual se le veían a duras penas solo los ojos, sentado en la cama, como buscando una razón de lo que estaba sucediendo y justo frente a él, al otro lado del cuarto la silueta del Pillo el cual esa noche habia encontrado otra forma de entonar su himno nocturno. Nada, que lo único que pude hacer fue hacerme el dormido, decir 2 o 3 boberias como hablando dormido y virarme nuevamente hacia la pared para pasarme toda la noche entre ronquidos.

Más adelante, si tengo un chance vengo con más.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cojones, tronco de historia, pa la pinga...
Una hembra.