miércoles, 15 de abril de 2009

Tres Guajiros en la Habana VIII

Casi moribundos de cansancio de tantas actividades, no acostumbrados en el legendario Camagüey, y sumándole el bullicio y todo aquello propio de las capitales, nos bajamos  en la parada que el almirante Julio Bayley nos había avisado con un grito de... en estaaaaa. 

 Era ya de tarde, y sin hablarnos,  solo con mirarnos, nos preguntábamos, dónde íbamos a dormir esa noche. Sabíamos que nuestros amigos, sí, amigos, ya no era solo Juan Carlos, pues, al principio era solamente él,  pero en el mismo cuarto nos encontramos con otro camagüeyano de nombre Jesús Zamora que era amigo de nosotros, mas en específico de mi hermano  y mío, pero ya era de los tres guajiros, también se sumaba a la fila de amistades, otro muchacho,  Jarold. 

De nuevo la agonía de la portera aquella, que pa mi, ni comía, pues cono era una estatua en esa pequeña entradita con el elevador al lado, no había manera de entrar sin ser visto. 

-¿Cómo haremos para entrar?
-Está la cosa dura.
-Entraremos de uno en uno.
-¿De uno en uno?- dijo Bruno.
-Si de uno en uno - le repetí.
-¿Y quién entrará… con el maletín?

 Seguía el problema del dichoso maletín, ya nos estaba chocando la idea que  en un principio nos parecía brillante, de  llevar un solo maletín, cuando viajen en grupo no se les ocurra esa idea tan brillante, cada uno lleve sus cositas, pues un maletín puede amargarle el viaje.

-Quien este ahora con el maletín es al que le tocará entrar con él.
-Coño pero me toca a mí.
-A bueno compadre, al que le toco le toco- Dijo Julio.
-A ver como haremos, entraré yo primero haciéndome  el tonto, después entra Bruno,  por  si falla no se quede solo con el maletín, y después tu Julio
- Trato hecho.
 
Y así fue, respire, me creí el mas habanero de los habaneros, y a la batalla.

-Que tempranito viniste hoy mijo -  Me sorprendió  la portera con esa pregunta.
-Ah, sí,  es que no hubo clases hoy.
-Ah ¿Y ya te matriculaste?

 Ahí si me quede botao, ¿con quién me estaría confundiendo la portera? 

- ¿Eh?
- Si mijito ¿Ya estás en escuela de electricidad?
- Ah sí, hace una semana nos matriculamos, para eso venimos,  para ver cómo es que funciona los elevadores.
-¿Ya vienen a arreglar el elevador?
-En eso estamos, pero nos tomará unos días tía, hoy venimos con las herramientas y mediremos todos, para empezar a partir de mañana la reparación.  - Habia que  justificar la presencia del cuarto guajiro, “el maletín” 
-¿Y viniste tu solito?.
-No, allá están los demás muchachos, somos tres, pero ellos están esperando al profesor para decirle que nos demoraremos.
-Ah…  ya, ¿son aquellos dos?, verdad que cada día se llena esto de palestinos.
-¿Palestinos?, no tía, ellos son cubanos.
-Orientales mijo. 

 Por  primera vez me enteraba que también nos decían palestinos, Dios mío que discrimación jajajaja.

 -Ah, si jajaja, si es verdad, usted no sabe el trabajo que estoy pasando con ellos, son de Camagüey, y se dan unas perdias, es más, creo que mejor les digo que entren conmigo ya , no vaya a ser que se pierdan, ¿verdad tía?
-Tú como siempre, ya te extrañaba por aquí, si dile a los guajiritos que entren contigo pues son capaces de ir a arreglar un barco en el malecón en vez del elevador.
 
De furia, lo que tenía que aguantar para poder dormir una noche en la Habana.
 
Y así fue, manos a la obra y pa dentro, eran ya como las 6 de la tarde, la portera se iba como a las 8 de la noche, lo que indicaba que podíamos salir en la noche.

Nos bañamos y acostamos  un ratico en nuestro balcón, hecho ya un dormitorio de primera, allí dormimos bastante, al punto que nos despertamos a eso de las 9 de la noche.

-Arriba caballero que ya es tarde, y tengo tremenda  hambre -   nos dijo Julio. 
-Ufff, ¿qué hora es?   - pregunté yo.
- Ya son como las 9 Flaco.
-Dale Bruno que nos vamos a comer.
-Vayan ustedes y me traen algo.
-Sí como no, si no te levantas vas a comer mosquitos habaneros, no me jodas, dale levántate que el rubio aquí soy yo.

 Nos levantamos, y antes de comer, pasamos por la terminal de trenes para coger un numerito de lista espera, pues ya era hora de pensar en virar.

¡Tremenda cola!, Dios, si la portera veía eso se iba a dar gusto en reírse de los palestinos, eso parecía como una filial de guajiros, eso estaba  en llama, personas durmiendo en el piso, con sábanas, otros tomando alcohol en botellitas  plásticas, el otro, caminado ya loco de tanto esperar, el otro vendiendo bocaditos, en fin una locura.

Encontramos a esa persona genial de todas las colas, el listero, que tenía más personas en su lista que toda la vocacional junta. 

-Oye mira, queremos un pasaje.
-Dirás apuntarte en lista de espera ¿verdad?
-Bueno sí, es lo mismo.
-¿Lo mismo?
- Bueno compadre que queremos apuntarnos en la lista de espera pa Camagüey.
-Oye guajirito cuidado que te puedes quedar en la habana para siempre, habla bajito.
 
Ahí se formo como una pequeñita trifulca, pues éramos tres y tres unidos, lo que trajo que retamos al tipo y al final nos dios unos numeritos para Camagüey,  teníamos delante alrededor de 500 personas, increíble.

 Bueno después de aquel pasaje terminalesco de lista de espera,  decimos ir a comer, nos fuimos caminando y caminando hasta llegar al Pio Pio, jajaja El Pío Pío. Ahí  también nos descubrieron, pero se los dejo para el próximo capítulo que ya viene en camino.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Al fin!!!! Entro cada día a ver el ...continuará de Felix.
Eduviges.