
Después de llenarnos la barriga como buenos samaritanos (en aquellos tiempos), a Bruno se le ocurrió la idea (como si estuviera en Camagüey), de ir a comprar una botella de ron (tampoco me recuerdo que ron , pues ni bebo), e irnos a tomárnosla al malecón, cosas de guajiros caramba, como no podía tomarse una foto en el capitolio, entonces optó por la variante de la botella de ron en el malecón, y así fue, solo que no estábamos en Camagüey, no pasaron 10 minutos y se nos acercó una turba de chamacones y chamaconas a darnos conversación y el Bruno les brindó ron, (como buenos guajiros), y ahí se quedaron con nosotros compartir el líquido mareador que es el ron, no pasaron 10 minutos y llegaron otros tres, pero.. aunque estaban vestidos de azul no eran de la vocacional, a pesar de ser jóvenes no venían a festejar, aunque estaban en la Habana no eran habaneros, y aunque se acercaron a nosotros y nos saludaron , tampoco eran amigos, ¡la policíaaaaaa!
- ¿Y entonces? ¿festejando? (dice el policía)
- No, aquí cogiendo un poco de aire (dijo uno de los habaneros).
- ¿Cogiendo aire nagüe?, ¿y por qué no se compran un ventilador?
A esa hora Bruno que estaba medio pasado de tragos, no se daba cuenta que estos tipos nada de risas querían, y en vez de callarse, parece que le dio ganas de sonreír.
- Y tú, ¿de que te ríes?
- Me río del chiste del ventilador.
- Ah del ventilador, ¿por qué?, ¿quieres que te abanique?
- Ehhh
Ahí sí se le quitó la borrachera de un tiro.
- Arriba, qué coño les pasa, calabaza calabaza todo el mundo pa su casa (dijo el nagüe)
Y así fue, todo el mundo pa su casa, ¿y nosotros?, los tres mosqueteros, los tres guajiros, los tres vocacionales, pa 12 y malecón, a ver como podíamos entrar sin problemas.
Llegamos a la residencia estudiantil y gracias a Dios la Bandera, (si está no puedo pasar), no estaba ya, todo fue fácil, subimos las escaleras, nos acotejamos en el balcón con nuestras colchonetas y pum, a dormir, no sin antes poner el digital (así decíamos al reloj de Julio), en alarma para poder despertarnos temprano e ir a la embajada de Rusia.
Nadie más tenia reloj, y menos con alarma, este reloj era un regalo que le había hecho el hermano de Julio (el negro), cuando viro de misión en Angola.
Qué sueno más rico, parecía que estábamos durmiendo a orilla de la playa, al amanecer esa brisa del malecón era riquísima, sentíamos un frío sin llegar a molestar, y un aire tan rico.
Tin tin tin, tin tin tin (alarma del digital)
- Caballero delen que miren la hora qué hora es.
- Caballero por favor despiértense que ya son más de las 6 am.
-Coño asere denle que nos va a coger tarde.
- Cojo... Bruno, Flaco coño denle que mira ya a gente se están levantando y nosotros aquí en el balcón.
Nada de nada , Julio gritando, Julio quitando sábanas, Julio peleando, y nada, ni Bruno, ni yo, nos decidíamos a levantarnos.
-Dale Bruno levántate tú asere que después voy yo. (le decía al Bruno).
- Ehh, está bien, déjame 5 minutos mas (respondía Bruno).
-Caballero denle coño, ya es tarde (decía julio).
- Dale bruño, ya pasaron 5 minutos, levántate (de nuevo yo).
- Bueno al carajo, yo me voy pa fuera y ustedes al carajo. (dijo ya Julio berreao).
Eso fue como una alarma aérea, los dos a la vez nos levantamos y pum de pie, nada de uno separado de los demás, los tres o nada, así que nos nos aseamos, (con gotas de agua y un tubo de pasta perla ya bien exprimido para los tres), y coge tu camello mañanero en la capital, llenito de estudiantes de secundaria, de personas, en fin los que nos esperaba era la odisea.
Camina que te camina llegamos después de preguntar qué guagua nos servía, nos dijeron un camello del que no recuerdo su número.
- ¡Ahí viene!
Dios mío aquello era como un dragón, y en vez de soltar fuego, era como una aspiradora, chupaba a todo el que tuviera en la parada.
No pregunten como subimos, es como si perdieras la conciencia en segundos, y levitaras, caminas pero no con los pies, avanzas pero no por tus fuerzas, subes pero sin usar escalones, en cincos segundos estabas en la acera, y en cincos segundos ya estabas en la barriga del camello, un ratico cerca de la puerta delantera, otro ratico en el medio, otro más al final, después otro pal medio, dale pal principio, dale de nuevo pa el final. Y nosotros casi que cogidos de la mano y sin hablar, solo nos mirábamos, y esperábamos la voz de... pa abajo... de Julio, pues este era el que había preguntado y se había hecho ya como el guía turístico del grupo.
- En esta mira la embajada rusa, a bajarse.
Nos arrojó aquella cosa llamada camello en menos de un segundo, estrujados como en una botella, despeinados, con una peste de todos los olores que hubieran en el camello, cigarro, tabaco, grajo, sicote, que cono era como una mezcla de olores y ninguno agradable, ¡ya tú sabes!, como los pollos, o los perros o cualquier animal doméstico después de cogerlo en tus manos y soltarlos, así mismo hicimos, pie en tierra y a sacudirse, vista al frente, como Triana, ¡Tierra!, digo… ¡embajada rusa a la vista! , pa allá vamos.
Una vez en ella (fuera)
- Coño, pero ese tipo no es ruso.
- Si ese es ruso yo soy americano, no jodas.
- Caballero ese negro es el CVP, de la embajada.
- ¿CVP con ametralladora?
- Bueno compadre eso mismo, ese negro ni ruso ni americano, ese tipo es el que cuida la entrada.
- de furia, a ver si este tipo no se pone pesado.
- Tranquilos este tipo se ve que es buena gente.
continuará...
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