martes, 17 de marzo de 2009

Tres Guajiros en la Habana (II)

Empezó la emigración, ¿quiénes van sentados juntos?, lo de siempre cada vez que viajan o comparten tres en cualquier sitio donde solo hay plaza para dos.

- Yo no sé ustedes, pero yo, voy sentado con alguien.
- Yo no voy a ir solo, nunca eh ido a la Habana. (Ni que en una guaga se perdiera alguien).
- ¡Caballero!, que ya se están montando y este tipo nos está mirando con tremenda cara. (El chofer).

Que ingenuidad, quién dice que en lista de espera se cogen asientos juntos.
Nos tocó sentarnos en cada extremo de la guagua, si existieran asientos en el techo, ahí hubiesen estado los nuestros.

Empezó el viaje, Bruno sentado delante de mi no dejaba de joder con el reclinable del asiento, y el tipo que iba al lado mío me decía.

- Coño ¿y hay que ir hasta la Habana con este tipo delante?

Julio por su parte le tocó con una señora que roncaba como un oso, cada vez que bajábamos a comer algo me decía:

-Coño Felix déjame sentarme en tu puesto compadre, tengo un sueño y esa vieja ni me deja dormir.
- ¿Quieres cambiar de puesto?
- Si flaco.
- ¿Qué prefieres , una vieja roncando o un tipo que cuando se duerme no ronca, pero empieza a dar unos cabezazos que termina tirándose arriba de ti?

En fin, no se sabía ya de los tres quien tenía mas ganas de llegar a la Habana.

¡La Habanaaaaaaaaaaa!, ¡Llegamossssssss!, uffff, yo pensaba que éramos tres los guajiros, pero estaba la colmillo llena, y no de caries, estaba llena de guajiros.

Al Bruno parecía que le habían puesto un resorte en el cuello, miraba para la ventanilla, y me miraba a mí, que estaba en el asiento detrás de él, además reía sin parar, que clase guajirada aquella, estaba alterado, y el tipo de al lado después de más de 8 horas de viaje me dice.

-Coño, ¿y tú conoces al intranquilo ese?, lo hubieras regañado compadre, me he tenido que disparar todo el viaje aguantando su movedera.

- Tú lo habrás aguantado a él, pero yo a los dos, a él y a ti que cada vez que te dormías cojones te me tirabas encima, no me jodas.

Bueno llegamos a la capital, nos bajamos y fuimos directo a buscar los maletines, y de allí para la cola de los taxis, imagínense, yo estaba acostumbrado a coger taxi, pero muchos años atrás, cuando viajaba con mi familia, estaba desfasado por completo. Había una cola, que ni la del león pancho del casino le hacía nada.

Decidimos coger una guagua. ¿Se imaginan?, ¡una guagua! en la Habana y llenos de maletines Santo Dios. No recuerdo el número de la guagua, pero estaba repleta y decidimos que uno de los tres se quedara con el chofer para preguntarle donde nos bajaríamos, le tocó a Julio el negro (no hay racismo en esto, fue democrático).

Bruno y yo nos ubicamos en la puerta del medio para apenas Julio diera la voz de fuera, bajarnos y no perdernos, íbamos asustados, esas guaguas de la Habana cogen mucha velocidad, y la gente en su relajo, recuerdo que cuando íbamos caminado para el centro, nos dijeron… enseñen a caminar ese maletín que ya está muy grande para llevarlo cargado…., ufff, a mi me dio pena pero a la vez solo de imaginar la cara de Bruno y de Julio me moría de la risa.

De momento se oyó una voz, Flacoooooooo, Brunooooooo en esta no, en al otra, y parece que Bruno escuchó en esta, y no oyó en la otra. Parando la guagua, se tira el otro con el pedazo de maletín ruso criado a mano, todos bajaban y Bruno metido en el medio de la cera queriendo subir, aquello era apoteósico.

-Ayúdame flaco, coge el maletín que me quedo.
-Caballero están atravesados coño (decían los habaneros).
-Flaco, no te rías ayúdame que me quedo.
-Flaco, no es en esta, es en la otra, decía Julio
- que Bruno se bajó, le respondía yo.
-Apártense si no se van a bajar por favor.

Todo esto hasta que Julio le dijo al guagüero que esperara y Bruno pudo montarse de nuevo con su trozo de maletín a cuestas.

Continuará…

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