Fue mi primer viaje a Santiago de Cuba, mis padres juran que me llevaron cuando pequeño, pero yo era tan pequeño que no lo recuerdo.
Para ser sinceros mi principal objetivo en este viaje al Oriente del país era el Cobre, le debía una visita a la Virgen de la Caridad por una promesa que le había hecho, referida a mis múltiples operaciones en la boca, Cachita, como casi siempre, no me desfraudó así que estaba en deuda con ella y hacia allá me dirigí.
Muchos saben que no soy muy fan de las creencias pero como dice el dicho, nadie se acuerda de Santa Bárbara -Cachita en este caso- hasta que truena. Por otra parte siempre consideré que el Cobre es uno de los lugares que debemos -en mi humilde opinión- visitar los cubanos, aunque estando en Cuba lugares más cercanos eran prohibitivos para mi destrozada economía.
Salimos pronto de Camaguey con destino Santiago, haciendo escala en el Cobre, como en casi toda Cuba hay que ir casi adivinando cual es el camino a seguir porque son muy escasas las señalizaciones, llegó un momento en que pensé que estaba perdido porque el camino -carretera- era de ...tierra!!!, después vimos que era debido a que estaban "reparando" la carretera, siempre cada cierta cantidad de kilómetros preguntabamos si ...ibamos por el camino correcto ;-)
Empezamos a ver gente vendiendo velas, girasoles, piedras, estampillas y nos dimos cuenta que estabamos cerca del Cobre, al entrar al pueblo fue un poco agobiante porque -literalmente- se tiran encima del coche para venderte de todo y para ...timarte.
Se me acercó uno diciendo que debía pagar un CUC para poder subir el coche al cobre -todo esto en el medio de la calle y ante la mirada de todos-, le dije que no pagaba nada y me increpo diciendo que pertenecía a no sé que cosa de la comunidad y me enseñaba una acreditación. Le dije que me la diera -pensaba hacerme de ella e ir a la primera estación de policia que encontrara- pero se dio cuenta que no me iba a timar y desistió de ello.
Ya en el Cobre -en el patio de la iglesia- estaba un parqueador acreditado -de verdad- y al preguntarle cuanto era el costo del parqueo me dijo que era gratis, que el recibía un salario como parqueador -gente honrada aún queda en este mundo-. Le expliqué que tenía competencia debajo y un policía se acercó a preguntarme si los podía describir porque -según él- los tenían muy jodidos con eso. Le comenté que solo tenía que bajar unos 200 metros y alllí los encontraría que no se estaban escondiendo, dio media vuelta y ante mi estupor se puso bajo la sombra que un frondoso framboyan le ofrecía.
martes, 8 de diciembre de 2009
Santiago (I)
Al fin llegamos a la iglesia -siempre llena de fieles, turistas y vendedores- y ví por segunda vez -la había visto cuando el papa estuvo en Camaguey- la imagen de nuestra patrona, Cachita. Mis poadres ya habían estado allí pero les emocionó mucho volver -sobre todo mi padre, católico de toda la vida y practicante-, Violeta y su mamá también disfrutaron sabiendo que iglesia estaban visitando.
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